La inmótica: edificios inteligentes
Día tras día, se cuelan en nuestras vidas los llamados neologismos, palabras nuevas que tratan de designar realidades incalificables hasta entonces, como la inmótica. La pregunta ahora es…
¿Qué es, pues la inmótica?
Con esta palabra, que aún ni ha llegado al Diccionario de la Real Academia Española, nos referimos a lo que comúnmente se conoce como ‘edificios inteligentes’. No se trata de edificios con un alto coeficiente intelectual, no… Nos referimos a aquellos edificios ‘invadidos’ por la alta tecnología. Todos los sistemas de la instalación del edificio están monitorizados y estos datos se relacionan y almacenan para alcanzar el mayor bienestar del usuario. Este tipo de sistemas es conocido como Smart Grid.
Además de la tradicional automatización de sistemas, la inmótica ahora abraza la inteligencia artificial, permitiendo que los edificios aprendan de los patrones de uso y se ajusten automáticamente para maximizar tanto la eficiencia energética como el confort de los usuarios.
Avances tecnológicos de la inmótica
Los avances tecnológicos están cada vez más dirigidos al cuidado del medio ambiente mediante la eficiencia energética, como demuestra la Plataforma Tecnológica Española de Eficiencia Energética: una de las principales ventajas de los ‘edificios inteligentes’ es precisamente el ahorro energético. Esta tecnología automatiza sistemas como la calefacción, la iluminación y el soleamiento, que, interrelacionados, pueden ser utilizados de una forma mucho más eficiente para el medio ambiente. Por ejemplo, iluminación por sensores, es decir, se apaga cuando hay suficiente luz solar o un sistema de calefacción que se enciende únicamente cuando es necesario.
Otro ejemplo lo encontramos en la cadena de hoteles Meliá, cuyos edificios inteligentes se basan en la detección de presencia de personas dentro de las habitaciones para apagar o encender la luz o la climatización.
La inteligencia artificial está en el corazón de los avances más significativos en inmótica, optimizando desde la energía hasta la seguridad. Por ejemplo, sistemas avanzados de gestión energética utilizan IA para predecir y ajustar el consumo de energía basado en el comportamiento en tiempo real de los ocupantes, mientras que el mantenimiento predictivo utiliza algoritmos para anticipar fallas antes de que ocurran, asegurando una intervención temprana que minimiza costos y maximiza la vida útil de los componentes críticos del edificio.
Para optimizar al máximo esta eficiencia, estos edificios deben tener en cuenta el sitio, el entorno, la localización y orientación, la forma y diseño de las estructuras, así como el tipo de materiales constructivos y acabados, que pueden utilizarse además de forma integral. Por ejemplo, el uso de la vegetación como dispositivos de control climático, ya sea para sombrear, humidificar o controlar el viento, como ya vimos en nuestro post sobre jardines verticales.
Uno de los edificios más altos de Madrid, la Torre Cepsa, del arquitecto Norman Foster, es un ‘edificio inteligente’: cuenta con un sistema informático central que controla servicios como la calefacción, la iluminación y las persianas, pero también los sanitarios para reducir el consumo de agua.
Por lo tanto, teniendo en cuenta que la gestión inteligente de edificios puede ahorrar hasta en un 30% el consumo energético, no es de extrañar la proliferación de esta tecnología. Estos beneficios medioambientales no pasaron desapercibidos para las instituciones, que incluyeron la inmótica dentro de su Plan de Ahorro y Eficiencia Energética 2011-2020, orientado a los edificios públicos, o el proyecto europeo SHBuildings, enfocado al patrimonio.
Si a la gestión inteligente le sumamos la “construcción inteligente” con materiales como Depolluting, desarrollado por Holcim, el coste medioambiental de la acción humana en este ámbito se vería drásticamente reducido.
La pregunta entonces sería… ¿Podríamos convertir en inteligente un edificio de hormigón? Sí, si juntamos tecnología que consiga una mayor eficiencia energética, lo que supondría una disminución de elementos contaminantes para el medio ambiente, y un material como Depolluting que, aplicado en morteros y hormigones, es capaz de neutralizar parte de los gases nocivos que emiten los vehículos por el simple contacto del aire con la superficie tratada.
Esta tecnología ya se ha probado en Francia, en concreto, en una chimenea del túnel de Croix-Rousse, en Lyon y en Madrid, en unos adoquines de la localidad de Colmenar Viejo. En ambas pruebas, Depolluting consiguió disminuir en un 57% y 32% respectivamente la contaminación del aire por NO2.
Con la integración de la inteligencia artificial, la inmótica está no solo redefiniendo lo que significa un edificio inteligente, sino también cómo podemos abordar de manera más efectiva los retos de la sostenibilidad y el bienestar en el entorno construido. Estos edificios del futuro no solo serán más inteligentes, sino también más responsables con el planeta y sus habitantes.
Fuentes: Future Trends in Building Automation for 2025 de Know Your Building y Smart Future: Building Automation Trends in 2025 de Build Future Now