Nido para insectos polinizadores

 

 

He definido tantas veces a qué me dedico que lo cierto es que, en esta ocasión, he querido hablar solo de emociones, del sentimiento que me despierta mi actividad.

Me gustaría poder definir lo que se siente cada vez (y han sido muchas) que he recibido un enjambre silvestre en alguna de las estaciones polinizadoras o en el taller, el lugar donde mi padre y yo hacíamos los preparativos. Has estado preparando una colmena, le has dado forma en tu cabeza, has obtenido los materiales y te has estado todo el invierno trabajando en su elaboración material. La has colocado en un lugar preferente del patio de tu taller y, un buen día, ves abejas que frecuentan tu colmena. Al principio de forma muy esquiva, pero con los días toman confianza, invitan a más exploradoras a venir, ya son diez o quince las que parece que van tomando el relevo, dando la sensación de que han tomado una decisión y que tan solo esperan el día y la hora en que nacerán las nuevas reinas.

Si tienes la inmensa suerte de presenciar su llegada, experimentarás, como yo de joven, la indescriptible sensación de respeto y la enorme satisfacción de haber aprobado un examen final, pero además quien te examina ni siquiera es humano. De la mano de tu progenitor, con esa confianza, con esa serenidad, en medio de una nube de abejas que no dejan de atronar un zumbido aterrador, imagina entre diez y quince mil abejas dando como bueno tu esfuerzo hasta el punto de que están dispuestas a establecer en tu artefacto su bien más preciado, nada menos que su nido de cría.

Da igual cuantas veces reubique un enjambre. Espero no acostumbrarme nunca y que jamás se convierta en una rutina la sensación de haber hecho tu tarea, apreciar cómo las abejas han dado como bueno el espacio que les has asignado. Se están llamando entre ellas, acaban de descubrir una oportunidad sin par para empezar una nueva vida, unos nuevos panales.

Al observar esos incipientes vuelos de orientación piensas incluso en voz alta: ¡Os toca! No será sencillo, habrá muchas complicaciones, no siempre habrá tanto néctar, no siempre la temperatura será la adecuada, podríais ser cinco o diez mil más para compartir la tarea, vuestra reina no estará siempre igual de bien, pero yo estaré aquí para ayudaros en lo que pueda pero. Ahora os toca a vosotras, las obreras, demostrar de qué pasta estáis hechas, os toca resistir, esperar nuevas lluvias y manteneros en este planeta por siempre jamás.

 

Salvador Andrés Catalina, director de Nip, Estaciones Polinizadoras y socio fundador y promotor de la asociación ASAF en defensa de la abeja silvestre
NIP Estaciones Polinizadoras (ApiMed)